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  • Luz y Gael

La crítica


Me pregunto: “¿Quién tiene derecho a decirnos que nos estamos equivocando, que el camino que tomamos no es el correcto? ¿Quién tiene derecho a decirnos que no hagamos lo que nuestro corazón nos dicta?”.

Nadie puede pretender desviarnos del camino que nos hace bien. Los consejos son buenos aliados de una vida en crecimiento, pero estos deben ser constructivos y provenir de un espacio de amor y verdad. Pero la crítica que nace desde el ego nunca acarrea emociones positivas y está, sencillamente, distorsionada.

Si alguien piensa que te estás equivocando, lo cree porque ha construido esa idea en su mente. La misma se ha basado, sin que lo note, en las enseñanzas que ha recibido desde pequeño, en sus propios errores, en sus ideas sobre la vida, en sus experiencias, en sus creencias religiosas, en su destino, en su red de emociones, en su personalidad, en sus miedos, en sus gustos y en su propio karma.

Cada persona es un mundo en sí, complejo, único e irrepetible y con su propia forma de observar la vida. Cada uno de nosotros tenemos una verdad, algo que resuena en nuestro interior y que es diferente a la del resto de los individuos.

Por ello, cuando alguien te critique o pretenda que abandones tus planes y proyectos debes hacer tres cosas:

  • Primero: respetarlo.

  • Segundo: defender tus ideales.

  • Tercero: seguir avanzando, con más convicción que nunca, por el sendero que tu corazón te ha marcado.

Y si en algún momento chocas contra un muro y debes tomar otro camino, lo harás con la tranquilidad de que has hecho lo que tu corazón te pedía. Nadie puede quitarte el derecho a vivir la vida en “carne propia”. Si no te equivocas, no puedes crecer, madurar.

Recuerda: “Nadie tiene poder sobre ti para evitar que vivas lo que el Universo desea que experimentes, lo que tu corazón anhela. Cada paso que das, cada piedra que se cruza en tu camino tiene un sentido maravilloso que te conduce al bienestar, a la felicidad, a la paz interior y al sentido”.

Eres el único que puede vivir su propia vida. Eres el dueño de tu mente, de tu cuerpo, de tu corazón y de tu alma.

Medita sobre esta idea: “¿Puedes comer una manzana por otra persona y que esa persona se alimente? ¿Puedes comerla tú, pero que el otro la disfrute, la saboree, la digiera y viva la experiencia completa?”.

Podrás leer y escuchar experiencias ajenas que te ayuden en el camino, pero el conocimiento no se convertirá en madurez y sabiduría hasta que lo vivas tú mismo.

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