Cuando notes que te estás maltratando frena ese comportamiento. Todos los seres humanos del mundo somos impacientes con nosotros mismos. Solemos decirnos palabras desafortunadas cargadas de desamor cuando algo no resulta como deseamos. Procura tener paciencia con el niño que vive en tu interior. La vida es un lugar muy duro donde vivir, cuando lo haces a través de tu ego. Tristemente, no te han enseñado bellas herramientas de autoayuda para que puedas salir triunfante de este sueño.
Casi todo lo negativo que nos ocurre nos alcanza indefensos, sin saber cómo debemos accionar. Es natural pues, que cometamos errores, que experimentemos emociones negativas, pensamientos dañinos, que no sepamos lidiar con situaciones de alta complejidad. No hemos llegado a este mundo con un manual de instrucciones para aprender el arte de vivir. Mientras adquirimos experiencia debemos tener mucha paciencia. Paciencia verdadera hacia nuestro corazón abatido por tantos desconsuelos.
Permítete ser, sentir y pensar como en este momento de presente te surja hacerlo. Permítelo sin críticas, sin reparos. Sé bueno y cariñoso contigo mismo. Sé cómplice con tu corazón y cuéntale cómo, poquito a poquito, irán puliendo juntos el luminoso diamante que los hará sentir dicha absoluta y perdurable. Dite también: “Hago lo mejor que puedo con lo que me ha tocado vivir. Me amo y me tengo paciencia.”. Eso te producirá un gran alivio.