Tú. Solo tú eres el responsable, el protagonista. Tú eres el único dueño de tu vida. Nada ni nadie tiene poder sobre ti. Tú eres el que maneja tu mente, tu cuerpo y tu corazón. Nadie puede pensar ni sentir por ti.
Tus sentimientos y las emociones que nacen de ellos son de tu exclusiva responsabilidad. Veamos cómo esto es posible en un mundo donde te han explicado que si alguien te lastima es el culpable de haberte hecho sufrir y llorar.
Como dijimos existen dos partes que conforman nuestra vida. Podríamos decir que una es verdadera y la otra es falsa. Desde el corazón la vida se ve con ojos de sabiduría, pero desde la mente la visión es irreal, engañosa y confusa. Cuando alguien hace algo que no te gusta y eso te lleva a sentir angustia, tú puedes optar por comprenderlo, por aceptar que el sincrodestino está en pleno mando de sus funciones y elegir sentirte bien. Si tu prenda favorita se mancha, tú puedes elegir contrariarte o aceptarlo y decidir usar una diferente. Con acciones tan complejas como el engaño y la infidelidad por parte de otra persona tienes la misma posibilidad de optar, al igual que con la mancha. Puedes sentir odio y rechazo por quien te ha lastimado o preferir experimentar perdón y compasión.
En definitiva, si tú le das el control remoto de tus emociones a alguien más, siempre saldrás herido, pero si lo tienes tú, conectado a tu centro de luz, conectado a tu Fuente de Amor Infinita, la sabiduría, la quietud y el amor brotarán. Esta conexión te conducirá a un equilibrio maravilloso, a una estabilidad emocional perdurable que nada ni nadie podrá romper. Esto sería para mi algo muy cercano a la sabiduría de un Maestro. Si lo lográramos alcanzaríamos la plenitud total. Podríamos lidiar con el estrés, la enfermedad, la falta de dinero, la traición, el sufrimiento y la vejez.
La mayoría de los individuos que forman parte de la Tierra se sienten estresados y actúan en consecuencia. Por ello debemos hacernos fuertes, proceder desde nuestro poder interior y afrontar todo tipo de situaciones con calma y sosiego. Dejemos de perder nuestro valioso tiempo en culpar a los demás. No malgastemos energía.
Mira qué importante resulta hacernos cargo de nuestras emociones. La culpa sería una palabra que desaparecería de nuestro vocabulario, al igual que la impotencia, la envidia, la inseguridad, el odio, la desdicha y la intolerancia.
Todo está bien en nuestro mundo divino, perfecto, hermoso, brillante, entusiasta, calmo, armonioso y amoroso. Vive en ese mundo, en el que has creado para ti y emana hacia el resto tu vibración de armonía y dulzura.
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