
El día que no necesites autodefinirte para caminar con seguridad, habrás dada un gran paso. Solemos decirnos una y otra vez, casi siempre a modo de crítica: "Soy una persona buena o mala, soy nerviosa, soy depresiva, soy este o aquello..." Todas ellas clasificaciones que hemos escuchado de otras personas y que hemos adquirido y adherido con convicción. ¿Cuántas de ellas te han ayudado? Yo te digo que no eres nada de eso. Eres hueco y vacío, energía condensada que se mueve, se transforma.
¿Para quién eres una persona seria o introvertida?, por mencionar un ejemplo. ¿Lo eres para ti misma? ¿Puedes mirarte al espejo, poner la mano en tu corazón y decirte: soy eso o aquello? ¿En comparación con qué, con quién?
El rótulo nos aprisiona, introduce lo grande en lo pequeño, el océano en el vaso. No creas en ninguna de las etiquetas que los demás te han puesto, tampoco las que tú mismo has creado. Destrúyelas ahora como el rayo de verdad destruye la oscuridad de la noche. Elévate sobre la mentira y sé lo que realmente eres: algo vasto, grande y maravilloso.
Acostúmbrate a ver la verdad que reside en cada ser humano. Acostúmbrate a ver el infinito en lo finito. Resalta las bondades y virtudes del otro muy por encima de sus defectos. Y por sobre todas las cosas, destaca y potencia tus fortalezas.