Cuando alguien no te trata de forma dulce y cordial es porque algo en su interior le está molestando. Cuando hablamos y actuamos todos somos un reflejo de lo que sentimos. Quizás esa persona no se siente feliz, no ha alcanzado sus metas, no tiene una pareja que la ame, no se lleva bien con su familia, etcétera. Todo ello sale de su interior para expresarse de una forma que a ti no te gusta. Cuando alguien no nos trata bien, debemos detenernos un instante y observar lo que antes mencionaba. ¿Qué lleva dentro? ¿Ira, violencia, baja autoestima, desamor, enfermedad, fracaso? Si exprimimos una naranja obtenemos jugo de naranja, ¿no es así? Pues con las personas ocurre lo mismo, si la exprimes y lo que sacas de ellas es energía negativa hacia ti es porque eso mismo es lo que está viviendo. Pero si te sientes completamente conectado a tu corazón, pueden decirte lo que sea para ofenderte que jamás saldrá de ti una palabra de enojo, ninguna palabra hiriente hacia los demás. Esto es porque te exprimen y solo sale de ti amor divino, dulzura, paz interior, inspiración y alegría.
Para relacionarte, pues, con una persona que se siente infeliz y que es emocionalmente pobre o tiene una actitud agresiva contigo, lo primero que debes comprender es está sufriendo la lejanía con su Ser, con su niño interior y eso duele, genera muchas emociones encontradas, muchos sentimientos negativos y nocivas. Envíale amor a su camino y luz para que algún día tenga la claridad necesaria para emprender el camino hacia su corazón.
Si estás en Dios, tienes bálsamos de amor para dar, vives en la infinitud, el lugar donde el amor nunca se agota. Tienes una reserva inagotable para ofrecérsela a todo el mundo. Nunca te cansas de devolver amor por odio, de ofrecer perdón ante la maldad, de brindar dulzura ante el rechazo. Como siempre decimos, al final todo es entre uno y Dios, no entre uno y los demás.
Si te fijas, también está relacionado con las expectativas que tienes sobre las relaciones que mantienes con las personas que te rodean. Te enoja que no te traten bien porque tenías ciertas expectativas acerca de esa relación, has imaginado cómo quieres que esa persona se comporte y cómo debe tratarte, pero los demás son como son y tú no puedes cambiarlo. Con lo cual, lo que debemos hacer es dejar que los demás actúen como su destino les depara sin pretender que estos sean como a nosotros nos gustaría que sean. Esto es lo que más tarde hace que una reacción determinada, que nos parece desubicada, nos enoje y nos frustre.
Quizás parece algo difícil de asimilar, pero nosotros hemos comprobado que, tras haber despertado espiritualmente, nos resulta más natural y suave amar a todas las personas con su personalidad única, incluso a aquellos que demuestran cierto desprecio hacia nosotros o nuestra forma de vida. Siempre respondemos con el corazón y nunca entramos en discusión con nadie. Nunca confrontamos.
En una relación siempre es más sano ser los que “estamos en corazón”, mientras otros a veces “están en mente”. Y cuando un corazón recibe una mente estresada, todo está bien, pero cuando una mente estresada recibe otra mente estresada, el mundo se desestabiliza y se pierde la armonía.
Mi consejo siempre es: “Sé siempre un corazón manso que, como un cuenco, recibe el aguacero de otros, para luego dejarlo ir, que permite que los demás manifiesten sus emociones con toda su contundencia, ofreciendo siempre amor a cambio. Observa, no tengas expectativas, guarda silencio, permite, acepta”.
El Universo tiene preparado un destino maravilloso para cada persona, nosotros no debemos juzgarla, no debemos interferir, solo confiar y permitir que la Divinidad moldee el camino de cada ser humano con la perfección a la que nos tiene acostumbrados.
Continúa la apasionante y profunda lectura de la obra Que el alma importe y desata tus nudos emocionales "aquí y ahora".
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