La musicalidad del río, su fuerza, su continuo avanzar, su color, su transparencia, la humedad que deja a su paso, sus virtudes… Todo nos recuerda que debemos avanzar sin detenernos, sorteando todas las piedras que se interpongan en nuestro camino. El río avanza, no se detiene, las traspasa y continúa su destino. No teme, no retrocede, jamás retrocede. Sus aguas cristalinas atraviesan, por momentos, turbulencias y sin embargo no dudan. Otros pasajes son calmos, serenos, pero tampoco se detiene a reposar.
Actúa como los ríos y marcha hacia tu meta, hacia tu leyenda personal. Aprende que no es tan importante lo que te ocurra en la vida sino las veces que te levantas y sigues avanzando, erguido, hacia tu destino. Elije la correcta actitud que debes tener frente a cada suceso.
Cuando adquieres conocimiento, sabiduría espiritual, la que forma parte de tu propia naturaleza, la que queda impregnada en tu alma, no puedes volver al estado anterior. Abandonas el pasado, todo tu pasado se diluye para que experimentes el momento presente “aquí y ahora”. Eres Uno con tu Fuente Sagrada y tus ríos internos han tomado el poder, ahora te dejas llevar por un botecito que sabe cuál será la próxima experiencia que te toca vivir.
Es por ello que el camino de un buscador, espiritual es asombroso y fascinante. Nunca puedes desaprender la sabiduría adquirida y siempre te sientes un poquito mejor, cada vez más completo, cada vez más cercano a tu corazón.
Avanza en este camino y déjate llevar por la corriente, confía sin miedo, al igual que el río, de que el camino aparecerá a medida que progresas.
Abandona el pasado que ejerce una gran carga sobre ti, avanza, siente la presencia.
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