Alguna vez te has preguntado: “¿Soy feliz? ¿Hago lo que realmente me apasiona? ¿Me amo de verdad y me acepto como soy? ¿Mi pareja es mi amor verdadero? ¿Mi trabajo es el que siempre deseé? ¿La relación con mi familia y mis amigos es sana y armoniosa? ¿Me gusta el entorno en el que me muevo?”.
Un día despiertas y profundizas un poco más:
“¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Cuánto tiempo me voy a quedar? ¿Cuál es mi función en el mundo? ¿Qué voy a hacer mientras esté vivo? ¿Qué es lo que mueve al mundo?”.
En mi corta edad he pasado por numerosas situaciones difíciles. En cada una de ellas he dejado muchas lágrimas, sentimientos y salud. Me han quitado la sonrisa en reiteradas oportunidades, pero también me han llevado a donde estoy ahora y a lo que soy hoy.
Gracias a caer, descubrí que en esta vida no estamos solos, que estamos conectados con la divinidad y la naturaleza. La divinidad sabe siempre lo que nos conviene. Pude comprobarlo con mis propios ojos, cuando viví una experiencia de reencuentro con almas de vidas pasadas que me marcó para siempre.
Estoy profundamente agradecida por haber despertado, por haber “escuchado a mi corazón”. Agradezco todo lo que me pasó, los lugares que conocí y las personas que se cruzaron en mi camino, porque fueron los artífices para que pudiera encontrar la felicidad dentro de mí. Esa que no se va con el tiempo, la que perdura y es eterna. Mi vida se llenó de milagros.
Gracias a seguir a mi corazón encontré mi leyenda personal, le encontré un sentido a la vida.
Sueltas las cadenas de tu ego, las que aprisionan tu corazón y síguelo porque siempre te conducirá por el camino de la verdad, la pureza y el sentido.
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