Todo me une más a ti,
aun a pesar
del eventual error,
de las voces que transitan
sin más gracia que el dolor.
Todo me lleva más a ti,
como el son de los opuestos
que los conforma un mismo fin,
pues tu verdad
se distingue a lo lejos,
como torres de marfil,
como el sol que no pregunta
cuando un rayo suyo
entra en mi jardín.
Miro por la ventana
y veo el dulce almendro
que te acompaña,
tras un descuido
vuelvo a mirarlo
y ya han crecido
sus flores blancas,
así como avanza
la luz de mis entrañas,
el pomposo delirio
que es tu piel de porcelana,
el algodón acrecentado
que suscita
la expresión de tu mirada,
tu sonrisa puesta en calma.