Supongamos que hoy te despiertas y te sientes agobiado, enojado. Ayer las cosas no salieron como esperabas y te sientes enfadado contigo mismo.
Te invito a que solo por un día decidas ponerte en el lugar de tu propia vida, de cómo está sufriendo al ser constantemente reprendida, al escuchar palabras de desaprobación y violencia. Deja, tan solo por veinticuatro horas, de atacarte para optar por comprenderte. Dite la siguiente frase: “¿No será demasiado?, ¿por qué me maltrato de este modo? Mi ego está disfrutando esta situación, pero mi corazón no. Lo único que lograré es más tristeza, es entrar en un círculo negativo que me arrastrará a peores situaciones. No deseo esto para mi vida. Elijo ser feliz y tratarme bien. Elijo ser bueno conmigo mismo y comprender que esta vez las cosas no han salido como yo esperaba. La próxima oportunidad todo será estupendo, porque me amo y me acepto. Sé que desde ese espacio de amor, desde ese círculo virtuoso de energía divina, nada puede marchar mal”.
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