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  • Luz Boscani

Salto cuántico


No se puede vivir el atardecer de la vida con las verdades que teníamos en el amanecer de la vida, porque estas simplemente pasan a ser falsas y sin sentido.

Siempre pensamos que el sentido de la vida era ser feliz y que había que ir a algún lado, conseguir algo, pero la realidad es que no hay que llegar a ningún sitio, hay que regresar a la fuente, nuestro Ser, y encontrar nuestra propia naturaleza.

Ni bien nacemos, nuestros padres agradecen a la Divinidad por el hijo hermoso y perfecto que ha creado. A partir de allí son ellos los que se encargarán de él. Es cuando comienzan a enseñarnos el camino de la ambición, del ego. Nos cuentan que no somos seres divinos, que somos lo que tenemos. Primero los juguetes, luego las cuentas bancarias, etcétera. Más tengo más valgo. Sumergen a los niños en ese ego de ser lo que tengo y mis posesiones. Comienza aquí a desaparecer quién soy realmente.

Pero el ego también soy lo que hago, los logros que obtengo. La idea del éxito se basa en cuánto puedo conseguir. Me enseñan a competir con el otro para ser mejor y compito con cualquiera que quiera arrebatarme lo que tengo. También el ego nos enseña que somos nuestra reputación. Que tenemos que vestir de una manera para agradar a todo el mundo, porque si no les gusta la forma en que visto a mis amigos estaré en un problema.

El ego es entonces, la separación.

-Estamos separados del resto.

-Estamos separados de todo lo que deseamos.

-Estamos separados de Dios.

Pero la realidad es que todo en este mundo está creado por la misma Divinidad, el mismo poder, la misma fuente que lo crea todo. No puedo estar separado de ello, está en mí y en todas partes. Está también en lo que siento que me falta. Si entiendo esto, estoy en sintonía, solo tengo que formar parte de ello y ser consciente de que estoy unido a todo.

En el atardecer de la vida, muchas veces sigo las mismas instrucciones del ego que tenía en el amanecer y por eso acabamos viviendo una mentira. No sabemos cómo pasar la fase del atardecer de la vida. Solo debemos dejarnos llevar, para estar en un lugar en el que nos rendimos, dejamos de luchar y querer controlarlo todo y dejamos de intervenir. Aquí el ego pasa a segundo plano y queremos sentirnos realizados.

Pasamos de una vida vacía a una llena de contenido y significado. Comenzamos con un ejercicio que luego se convierte en un estilo de vida y vemos todo con otra perspectiva, comenzamos a sentirnos inspirados.

El problema es que creo que soy mi ego, que es el falso yo, me apego y tomo decisiones desde allí, pero si pierdo todo esto, entonces pierdo también lo que soy, pierdo mi Ser.

Debemos dejar de hacer las cosas por algo externo y comenzar a hacerlas desde el alma. En esta etapa, la meditación y el silencio son vitales para poder encontrarnos con nuestra fuente.

Es así como pasamos de la ambición al sentido de la vida.

Desapegarnos de lo que nos dice el ego y permitir conectarnos con el espíritu. Acompañados por las siguientes virtudes y vivir según ellas:

-Respeto.

-Sinceridad.

-Dulzura. De donde proviene la bondad.

-Apoyo. Que nos lleva al servicio, a ayudar.

Todos sabemos que vinimos a este mundo a tocar nuestra música, pero pensamos erróneamente que vinimos a “encajar”. Estás aquí para ser feliz y estar en paz. No importa a lo que te dediques, lo más importante es que te concentres en ayudar. Si puedes cambiarle el día a alguien, eso es felicidad y vale más que cualquier cantidad de dinero.

La vida se convierte en estas virtudes y así vives en pleno sentido. En el atardecer estás en sintonía con esa energía que crea todo, alguien más poderoso se ocupa de nosotros y debes rendirte ante ello.

Te encuentras a un solo pensamiento de cambiar tu vida.

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