¿Cuántas veces te has sentado a meditar sobre el respeto que tienes por tu propia vida, por el Ser de luz que vive en ti? Probablemente creas que poner en práctica el respeto es, básicamente, respetar a los demás en sus opiniones, en la manifestación de sus verdades y que todos te respeten a ti en tus sentencias. Esta es una visión muy limitada de la vida. Iremos más profundo en la verdad que yace detrás del respeto, que a mi entender es una palabra que hoy en día se ha degradado y ha perdido su verdadero sentido.
El respeto es comprender de dónde vienes, de qué estás hecho. Respetar es honrar la vida. Eres un halo de luz misterioso e infinito. Te encuentras unido a un latido universal junto con las millones de personas que forman parte de la Tierra. Esa verdad, esa Inteligencia Interior que vive en ti, te mantiene con vida y hace que puedas, a través de tus sentidos, experimentar el milagro de toda la creación. La naturaleza te acompaña para que, con cada pasito, puedas notar que no estás solo, que hay magia detrás de todo, que todo está vivo, que todo es amor.
Para que puedas respetarte debes comenzar por admirarte. La admiración hacia tu persona, el amor que sientes en tu corazón te ayudará a dirigir ese sentimiento. Admira cada pedacito de ti, todo tú. Admira tu forma de ser, tu cuerpo, tus supuestos defectos, tu trabajo, tus ideas. Debes emprender un camino de regreso a casa, de regreso a tu corazón, para que broten de ti todas tus virtudes.
¿Cuántas veces acaricias tu cuerpo y te mimas?, ¿en cuántas ocasiones te miras al espejo con admiración, te acaricias las manos y das gracias por tus manos, por tu nariz, por tu boca? Toma conciencia y adora al Poder que te ha creado y al milagro que lo rodea, a la energía que te hizo tan bello, inigualable, único e irrepetible. Si no te respetas, si no respetas tu vida no puedes respetar a otras personas. El respeto comienza con el amor hacia ti mismo.
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