El pasado ya se fue, ya forma parte de otros mundos, o quizás de ninguno, fragmentado en mil recuerdos desacertados, inoportunos.
El pasado ya se marcha, se está marchando, como la vida, como las piedras horadadas por las manos de un viento artesano, arrancando trocito a trocito, pedazo a pedazo, este sueño elaborado, que se acaba, que se termina, que se hace uno con su amo.
El pasado se marcha y con él nos marchamos, despedida a despedida, lejanía a lejanía, como los árboles en otoño dejando caer sus hojitas, hasta que nos quedamos secos, vacíos, desamparados.
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