La tierra. Cierra tus ojos y visualiza por unos minutos la tierra, no el planeta sino la tierra repleta de nutrientes que pisas en el campo.
Me resulta difícil expresar la admiración que siento por el milagro Divino, por la Creación en su totalidad. "¡Oh Dios, la tierra!" Está repleta de nutrientes, de minerales, de alimentos, de vida. Esa donde crecen los árboles que nos ofrecen oxígeno para que podamos respirar, donde crecen todo tipo de hierbas, flores, plantas, hortalizas y frutos para que podamos alimentarnos. La que recorren miles de insectos y animales, diariamente, aportando una belleza inusitada, un equilibrio esencial y perfecto. La abundancia de esta tierra me conmueve. Es un derroche Divino. Estoy agradecida a la Energía que todo lo ha creado. Todo está puesto allí para que nosotros podamos disfrutar de una vida plena en abundancia.
Tú eres abundancia pura. Eres como la tierra. Has venido a este mundo con todo lo que necesitas para vivir. Has traído contigo dones asombrosos. Eres un ser de luz. La vida te ha dado todo, tú eres el encargado de buscar en tu depósito interior los ingredientes necesarios para alcanzar el bienestar.
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