La observación de cada elemento de la naturaleza, por más pequeño o común que nos parezca, nos proporciona el conocimiento necesario para poder alcanzar la armonía y el bienestar.
En esta oportunidad, la flexibilidad de los juncos, los pastizales, nos recuerdan que la “no resistencia” es fundamental para poder experimentar calma. Observa cómo el viento los golpea una y otra vez de un lado para el otro como un vaivén enamorado y nota cómo bailan al ritmo que este les marca.
No existe la resistencia, solo hay espacio para la aceptación del momento presente, la chispa de Divinidad que presencian.
Nosotros, los seres humanos, debemos adquirir sabiduría e imitar la conducta del junco, siempre flexible, siempre bailando al son del viento. Debemos dejarnos llevar por la corriente sutil de vida, por el día a día, dejar de resistirnos y abandonar la idea de querer controlar todos los sucesos que llegan a nosotros con la certeza de que esa actitud solo nos conducirá al estrés. ¿A qué te resistes? ¿Qué pretendes controlar? ¿Qué quieres evitar que llegue a tu vida? ¿Acaso la enfermedad?, ¿la falta de dinero?, ¿la envidia?, ¿la incomodidad?
Te sorprenderá saber que todas aquellas cosas que rotulas como obstáculos o problemas son las que mayor alegría, fortaleza y bienestar te producirán en el corto o mediano plazo.
Abandona la rigidez para no quebrarte ante cualquier tormenta y dale la bienvenida a los sucesos que tu mente etiqueta como negativos para poder vivir el Tao “aquí y ahora”. Déjate llevar y ten paciencia. Yo te aseguro que verás pasar la tormenta y notarás como has salido beneficiado.
Dite: “Todo lo que está predestinado para mí llegará a mi vida. No puedo evitar mi destino. Actuaré con inteligencia por mi propio bienestar”.
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