Cómo comprender el milagro de la vida si no creemos en el misterio, en un poder superior que hizo posible que todos estemos aquí y ahora?
Lo que somos realmente es energía, es conciencia divina, es vacío. En ese punto microscópico en el vientre de nuestras madres, se sabía todo lo que iba a suceder. Cómo seríamos, nuestro físico, nuestra personalidad y todo se ha desarrollado durante nueve meses sin nuestra interferencia. No teníamos que preocuparnos por cómo crecería nuestro cerebro o a partir de cuándo latiría nuestro corazón. Nos rendíamos ante ello. Todo se ha dado sin nuestra interferencia. La energía responsable de nuestra existencia sabía cómo y cuándo hacerlo todo. Ese es nuestro yo auténtico.
La chispa de luz divina que llevas dentro no existe por sí sola, se encuentra unida a la Luz Cósmica Universal. La ola no puede separarse del océano, ¿verdad? Nuestra alma no puede separarse del alma del mundo.
Existen miles de cosas que podemos ver y tocar que nos resulta imposible de explicar con nuestra mente limitada por los sentidos, como por ejemplo, la belleza de una rosa, de un tigre, de una fresa. Eso es lo que nos hace notar que hay un poder superior, hay un creador. Algunos le llaman Tao, otros, Dios, otros, Energía Creadora, pero todos reconocemos la existencia de un poder organizador de cada una de las vidas de este planeta.
¿Qué es lo que te mantiene ahora mismo con vida? ¿Quién hace que crezcan tus uñas, tu pelo? Todo se da sin tu interferencia.
Para sanar, para sentirnos plenos debemos tener fe, una gran fe y entrega. Debemos rendirnos a ese poder sutil, invisible y magnánimo. Dejar ir todos nuestros esfuerzos. Debemos confiar en que todo estará bien. Dejar de controlar todo. Dejarnos llevar en un bote hacia la meta por las aguas de un río calmo. Que Dios, el Tao se encargue de ello.
Existe un espacio en nosotros donde no hay sufrimiento ni dolor, solo paz y gozo.
Puede que nos alimentemos bien, que hagamos ejercicio y desarrollemos el poder de nuestra mente, pero si no tenemos fe y entrega, habrá momentos en que la vida nos pondrá de rodillas y no podremos levantarnos. La fe ejerce en nosotros un poder completamente infinito y sanador. La fe te mantendrá erguido.
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