La forma en la que creas tu realidad, en la que participas en ella, está vinculada a la forma en la que estás anclado a tu centro, enfocado. Cuando estás enraizado en tu verdad, como un árbol firme, la niebla de la mañana pasa sobre ti y sólo deja una pequeña humedad, fácilmente evaporable. Observamos indiferentes cómo esta trata de aferrarse a nuestra corteza y cómo finalmente se va. Observamos el juego de la vida y sus múltiples caricaturas.
Cuando no estamos enraizados, todo nos permea, nos mueve, como el farolillo de un barco pequeño en una noche de tormenta. Como un ciervo en la montaña, nos espantamos con el crujir de una rama. De esta forma, cualquier persona, cualquier desaprobación o muestra de agresividad nos desplaza, nos embarca en una película ajena. Como el aguijonazo de una avispa, nos quedamos parcialmente paralizados en otra realidad. Nos alejamos de nuestro Ser.
Nuestro grado de flexibilidad nos permitirá volver más rápida o más lentamente a nuestro centro ante cualquier golpe de viento. ¿Cómo estar en mi centro? Observa lo que eres cuando estás ahí y lo que eres cuando no, cuando estás en el despiste de la mente. El grado de contemplación interior te ayudará a desarrollar la habilidad de estar en el lugar en el que quieres estar.