La vida es una aventura por mares desconocidos y cada uno de nosotros somos el capitán del barco que los surcará. Aunque no podemos decidir cuál será el destino de nuestro viaje ni cuándo llegarán las tormentas que azotarán nuestro navío, sí podemos empoderarnos y convertirnos en el conductor que, unido al timón, recibe las mareas y endereza el trayecto para tomar la dirección hacia la cual quiere dirigirse.
Es muy importante que tomes conciencia de que eres el único dueño de tu vida y que nada ni nadie más tiene poder sobre ti. Tú eres el precursor de tus milagros y el haz de luz desde el cual se proyecta la vida. Llevas en tus manos un don divino del cual eres único guardián. Empoderarte es hacerte responsable de esta verdad, aunque ello suponga a veces navegar por mares poco frecuentados, solitarios. Es ahí, en el latido que reside en el océano inhóspito, donde nos encontraremos de frente con lo que verdaderamente somos, con nuestras debilidades y, finalmente, con nuestro sentido y grandeza.
Invictus
En la noche que me envuelve, negra, como un pozo insondable, doy gracias al Dios que fuere por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias no he gemido, ni llorado. Bajo los golpes del destino mi cabeza ensangrentada jamás se ha postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos acecha la oscuridad con su horror. Y sin embargo la amenaza de los años me halla, y me hallará sin temor.
Ya no importa cuán estrecho haya sido el camino ni cuantos castigos lleve a mi espalda: soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley
(Poema que inspiró a Nelson Mandela a lo largo de su vida)