La actitud que tomamos frente a la vida, nuestra actitud sumada a nuestra fuerza de voluntad, es lo que determinará qué tan lejos lleguemos o, visto de otro modo, qué tan cerca acabaremos de nuestro corazón bendito, si lo que anhelamos es cumplir nuestros sueños. Si lo que te desvela cada noche es alcanzar una meta que nació en tu corazón, en tu auténtico yo, lo que debes hacer es emprender un viaje hacia tu propio Ser.
Si perseveramos en ese camino, si potenciamos nuestras virtudes, sin duda, alcanzaremos la felicidad y, junto con ella, materializaremos todos nuestros sueños.
No es nada fácil caminar hacia nuestro propio amor, porque no hemos crecido con esa cultura. Será una experiencia completamente nueva. Desde pequeños lo único que hemos aprendido es a correr tras nuestro ego, tras la ambición, tras las ganas de poseer objetos, de ser alguien y de lograr objetivos mundanos. Pero que no sea fácil no significa que no podamos alcanzarlo. Si perseveramos en cuidarnos, en decirnos palabras que nos hagan bien, en ser dulces con nosotros mismos, en tener relaciones verdaderas, en hacer lo que realmente nos gusta, en eliminar todas aquellas ideas respecto a la vida que no nos pertenecen, si perseveramos en la limpieza de la corrosión del canal que une nuestra mente con nuestro corazón, seremos felices y nuestra vida tendrá sentido.
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