El Gran Camino es el despertar espiritual, es ir en busca de un sentido, es regresar a casa. Es darnos cuenta de que dentro de nosotros tenemos vida. Podemos llamarlo espíritu, Ser de luz, alma, Dios, Fuente Sagrada o campo energético.
Es, por otro lado, abandonar la idea de que somos solo una mente y un cuerpo. Dejar de sentirnos anestesiados, dejar de experimentar esa sensación de haber estado viendo una película diferente, de ver pasar la vida delante de nuestros ojos.
Hablamos de El Gran Camino haciendo referencia al sendero que debemos transitar desde nuestra mente o ego a ese espacio divino. Me gusta mucho llamarlo así porque me siento profundamente identificada con el magnífico Libro del Tao.
Cuando nacemos nuestra luz interior brilla fuerte, solo sabe de milagros, de sonrisas, de salud, de paz interior, de amor, de amor puro y verdadero. Pero al cabo de un tiempo, como mencioné en las páginas anteriores, comenzamos a alejarnos de ese espacio sagrado adquiriendo ciertos conocimientos, a los que podríamos llamar mundanos o terrenales, y perdemos la conexión divina que nos ha sido otorgada, perdemos el sentido.
Llega un momento en la vida en que tocamos fondo, en que ya no podemos más, que los problemas que llegaron a nuestra vida superan nuestra capacidad de sobrellevarlos. Un momento en que el corazón late fuerte y desea decirnos algo. Esos momentos de quiebre profundo son llamados saltos cuánticos.
A partir de allí surgirán preguntas tales como:
“¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué voy a hacer en el tiempo que me queda? ¿Cuándo termina mi vida? ¿Qué sucede después de la muerte?”.
Luego de un salto cuántico, de un redescubrir la vida, de querer ir en busca de la felicidad de forma verdadera y sincera es cuando ponemos orden en nuestra mente. Limpiar, eliminar, reciclar pensamientos para luego generar nuevas y sanas ideas es optar por El Gran Camino, es transitar por el sendero cósmico que nos conduce a ese espacio de amor donde se encuentra todo lo que necesitamos para vivir en plenitud y armonía. Nos dejaremos llevar por la corriente de Energía Sutil Universal que impregna nuestras vidas.
Hemos llegado a esta vida con todo lo que necesitamos. Esto es lo más cierto y sabio que he aprendido, todo lo demás son aditivos innecesarios que agrega el hombre en su ímpetu de querer crecer, en sus ganas de ambicionar, de tener, de ganar, de ser.
El gozo es tan profundo cuando somos Uno con nuestra Fuente que querremos permanecer allí por siempre. Y lo mágico es que allí no existe la enfermedad, solo la salud.
Es por ello que te animo a que cambies tu vida y te vuelques a la gran verdad.