“En un pueblo lejano vivía un rey y un sabio. Un día el rey estaba muy enojado porque todo el mundo iba a visitar al hombre sabio; hacían largas colas para escucharlo y pedirle consejos mientras que a él nadie lo saludaba. Entonces, un día se levantó y decidió ir a visitarlo para preguntarle por qué a él lo consultaban más. El hombre viejo y sabio lo recibió con una gran sonrisa y escuchó lo que el rey enojado quería decirle:
– No entiendo por qué si yo hago las mismas cosas que tú a mí nadie me viene a ver y a ti todo el mundo le pide consejos, si al final somos iguales–.
El hombre sabio respondió:
– No somos iguales. Cuando yo como, lo hago con todos mis sentidos y al cien por cien; no pienso en nada más. Cuando salgo a caminar por el jardín, solo camino por el jardín y no pienso en nada más. Cuando hablo con alguien, escucho lo que me está diciendo con toda mi atención… y eso me convierte en un hombre diferente a ti–.
¡Vive aquí y ahora y el estrés desaparecerá de tu vida!