Te has castigado durante muchos años. Tus sentidos absorben millones de impactos diarios que construyen tus bajezas, tus dolores, tus emociones, tus inquietudes.
¿Qué ven tus ojos?, ¿qué sabores experimenta tu boca?, ¿qué escuchan tus oídos?, ¿qué recibe tu cuerpo?, y por último, ¿qué huele tu nariz? Si realmente sueñas con amarte para ser feliz debes procurar darle a tus sentidos impactos que te proporcionen emociones sanas y elevadas como la dulzura, la esperanza, la armonía, la inspiración, el coraje, la alegría, la fe, entre muchas otras más.
No es lo mismo que tus oídos escuchen una melodía zen, instrumental, una canción romántica o alegre, un poema de amor, palabras dulces y de apoyo, el conmovedor sonido de un cántaro de agua, de un cuenco o de un pajarillo, que un tema musical que solo habla de violencia, palabras de rencor, el sonido de las bocinas en un atasco de tráfico, dos personas discutiendo o cualquier otro tipo de sonido que nos exaspera.
Como ya sabes, estudios kinesiológicos de todo el mundo han comprobado que los pensamientos y emociones de baja vibración debilitan el cuerpo. Es decir, exponer tus oídos a música violenta no solo te provocará irritación, nerviosismo o malestar, sino que también debilitará tu cuerpo haciéndote más frágil y propenso a contraer enfermedades.
Con el sentido de la vista ocurre lo mismo. Solemos exponer nuestros ojos a miles de imágenes de ira y rudeza cada vez que sintonizamos el canal de noticias, a muchas publicidades superficiales cuando abrimos una revista, a demasiadas injusticias y egos cada vez que observamos una discusión en la oficina y así nos vamos cargando, poco a poco, de imágenes perjudiciales. Imágenes que nos dan un mensaje que nuestra mente disfruta, pero nuestro corazón padece.
¿No crees conveniente ofrecerle a tus ojos un hermoso video de naturaleza, la majestuosidad del cielo, los árboles que zumban con el viento, palabras mágicas que se esconden tras un libro de sabiduría, un gesto de ayuda desinteresada o dos enamorados que se abrazan?
Tú elijes, mayormente, qué decides ver, cómo deseas vivir tu vida. La misma se rige por los sentidos. A través de ellos la contemplas, a través de ellos creas tu realidad. Resulta fundamental, pues, cuidar y vigilar con atención los impactos mundanos a los que te expones.
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